
A las 17:45, hora terrícola, Houston percibía un extraño giro de 90º hacia el este de la estrella Casiopea de la nave Entrecotsmus.
El miedo se apoderaba del comandante Guinart. Un sudor frío recorría su cuerpo.
Tras unos instantes de pérdida de conexión entre la nave y La Tierra, Houston recuperaba la comunicación a las 18:35 h.
La nave estaba inmersa en una vertiginosa atracción.
Llegados a este punto las palabras del tripulante eran las siguientes:
"Houston, me encuentro en una bonita lluvía de Entrecots!. Es fascinante. Ni en mis mejores sueños podría vivir algo así".
Al parecer el Entrecotsmus había superado la barrera cósmica intergaláctica. La NASA no daba crédito; Guinart se hallaba en una órbita desconocida hasta el momento.
Tras 7 horas de impactos de carnaza en la luneta, y más de 2.000.000 de km. recorridos, se escuchaba de nuevo la voz de Guinart: "Me aproximo a una luz muy potente, es como, como... Dios! Por la gloria de Sir Bistec Appleton!!"